6/9/07

INCESTO

Sobreviví al Incesto Soy una sobreviviente de abuso sexual infantil. El abuso sexual infantil no es solo la violación, es también exponer a los niños a la pornografía, caricias, besos eróticos, etc. De por si vivir trece años de mi vida siendo abusada era traumático y si a eso le agregamos que mi abusador era mi papá, mas traumático todavía. Mi primer recuerdo de abuso sexual infantil es de cuando tenía cuatro años, y a partir de ahí hay un sin fin de recuerdos. Los adultos piensan que si tocan indebidamente a un niño a una edad temprana, estos no van a recordar nada, esto es una gran mentira, no se olvida; y lo que es peor, guardamos el recuerdo y lo bloqueamos para que no salga, pero va a llegar un momento, una situación cuando seamos adultos en que estos recuerdos van aflorar, y las consecuencias serán fatales. El abuso de mi padre, dañó muchas cosas en mí, desde mi cuerpo, emociones, relaciones, maneras de pensar y actuar, hasta mi espíritu. Cada vez que iba a ser abusada, me sentía como oveja que va al matadero… luego del abuso iba a un rincón de mi cuarto, de mi closet, a llorar y a preguntarme ¿porqué los padres hacen esto a sus hijas? A medida que iba creciendo, el abuso se hacía mas frecuente, hasta llegar a un punto que era casi a diario. Mamá estaba muy ocupada, haciendo cursos de cocina, tejido, etc. y no se daba cuenta de lo que yo estaba viviendo. Soy la hija mayor, así que me tocó también hacer de ama de casa, pues hacía todos los quehaceres del hogar. Recuerdo que un día le pregunté a Dios ¿Porqué tengo que ser la hija mayor? Las hijas mayores son las que hacen todo, labores de casa y sexo con su papá… Eran preguntas y reclamos que hacía, pues no me sentía bien con lo que vivía. Crecí en medio de padres abusadores, mamá me golpeaba hasta sangrar y papá no tenía límites para abusar de mí. Lo más traumático de todo esto, fue el hecho de que mi madre, haya visto a mi padre abusando de mí (cuando yo tenía nueve años) y no haya hecho nada, simplemente prefirió creer más en él que en aquello que había visto. ¿Porqué una niña de nueve años no podía gritar “Mamá están abusando de mí”, porqué vivía bajo amenaza, porqué a esa edad ya sabía lo que era tener una arma dentro de su boca? Si hablaba no solo moriría ella si no sus hermanas también. A mi a esa edad no me importaba seguir viviendo…pero sí me importaban mis hermanas. Por eso seguí callando, por ellas; no quería que mi papá abusara de ellas y menos que les quitara la vida. Pasó el tiempo y mis padres se “convirtieron al Señor”, asistíamos a la iglesia y por un momento empecé a creer en Jesús y confié en que esta pesadilla acabaría. No fue así, abusaba de mí y luego lo justificaba con una historia de la Biblia. Con el tiempo yo crecía y entendía muchas cosas…entonces luego del abuso, papá me arrodillaba a los pies de la cama para pedirle perdón a Dios por lo que yo había hecho. Si bien repetía la oración que el hacía, por dentro gritaba: “Dios mío yo no tengo la culpa de esto, ya no quiero que esto pase más” Fui entrando en la adolescencia, y fue peor, porque ahora me enfrentaba a mi padre. Me defendía, trate de asesinarlo varias veces, pero algo me detuvo…ahora se que fue Dios. Un día después de tratar de quitarme la vida, decidí hablar con mi madre, fue peor, porque ella lo confrontó pero al final creyó en él una vez más. Ahí se acabaron los abusos sexuales pero comenzaron los psicológicos, las amenazas. Y yo, para vengarme de mi padre, me volví una mujer promiscua, me acostaba con cualquier hombre para humillarlo y hacerlo sentir el hombre más miserable del mundo. Empecé a dañar mi cuerpo, a comer sin control, quería deformar mi cuerpo porque no quería que ningún hombre me viera y me deseara. Mi vestimenta cambio totalmente, ahora usaba negro y gris, pantalones muy anchos, remeras y blusas grandes. Me aparté de Dios, lo maldije y le dije que no quería saber nada de Él. Así continuó mi vida, no sé cómo me casé y tuve hijos. Llegó un momento que tenía todo, un hogar envidiable por muchos pero yo estaba vacía, seca, deprimida. Hasta que un día ya desesperada, no tenía más opciones, acepte ir a un grupo de Apoyo. A mis manos llegó un libro, una historia, escrita por Andy Comiskey, "El amor que no falla" del Programa "Contra la Corriente"; cuando leí esa historia de amor, entre Jesús y la mujer samaritana, dije: Yo soy esa mujer samaritana y esa declaración de amor es para mi, esa invitación es para mi. Recuerdo ese día y no puedo evitar llorar, por que fue el día que abrí la puerta y deje entrar a Jesús y desde ese día mi vida cambio completamente. Pero seguía con mis heridas, ese abuso…y para el mundo es injusto que Dios permita que un niño sea abusado sexualmente, por eso le reclamaba y cuestionaba su Poder sobre el hombre, un día le dije: Dios, dónde estabas tú cada vez que mi padre abusaba de mí? Estabas tan ocupado que no podías venir a defenderme? Ese día Dios me respondió, me dijo: Cierra tus ojos, vamos a tu infancia. Qué ves...? Le dije: a mi papá abusando de mí…que más ves., mira a tu alrededor… Me quede impresionada, cuando busque y vi a Jesús, con sus manos abiertas y sus heridas, lo vi llorando… Le dije: tú estabas ahí ese día, yo tenía 4 años y tú estabas ahí… Me dijo: Sí, yo estaba sufriendo lo mismo que tú, sentía tu dolor y tus lágrimas eran las mías. Ese día comprendí, que en los Planes de Dios no estaba que yo viniera a este mundo a sufrir, a ser abusada, Él me escogió unos padres y estos no supieron cuidarme, protegerme, amarme. Pero Dios que es mi Padre, me rodeó con sus lazos de amor y en medio de todo el pecado cometido en mi contra y el pecado que cometí hacia los hombres, El siempre estuvo ahí. Dios me ha dado la oportunidad maravillosa, de conocerlo a Él, de experimentar su Amor, de recibir su perdón. Soy su hija, me ha permitido confrontar a mis padres, me ha permitido decirle a mi papá: Te perdono por todo el daño que me hiciste, Dios me ha permitido amar a mi padre con el amor que viene de Dios. Hay asuntos con mi madre que Dios resolverá en el futuro, confío que la buena obra que Él empezó la completará El perdón, es el milagro más grande que puede existir, es la puerta que se abre para libertad. Hoy soy una mujer libre, una mujer que ha recibido sanidad, una mujer que a puesto sus heridas junto a las de Jesús, una mujer que ha sentido la mano de Dios, limpiando y vendando cada herida, una mujer que Dios ha bendecido mucho, con un hogar, un esposo y unos hijos maravillosos. Soy una mujer que ha recuperado mucho de lo que le fue robado, por que ha sido Dios devolviéndome todo. Estoy llena de gozo, de paz, estoy entregada a mi Dios, mi Señor, mi amigo, mi Padre. Soy una sobreviviente, y estoy en el camino hacia mi completa restauración, Sí, hay esperanzas en Jesús, solo Él sabe lo qué es el dolor, sólo Él puede entender lo que vivimos las personas que hemos sido abusadas, sólo en Él hay consuelo, sanidad y restauración. Gracias Jesús, por salvarme del hoyo profundo donde me encontraba.
Mi vida es para ti. Te amo.

1 comentario:

  1. Quisiera hablar con la persona que escribio esto.Donde puedo contactar con ella. Gracias

    ResponderEliminar